Día 4 | Semana Santa 2025
JESÚS, EL MESÍAS/CRISTO
Mateo 26:6-16
6 Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 se acercó a Él una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso, y lo derramó sobre Su cabeza cuando estaba sentado a la mesa. 8 Pero al ver esto, los discípulos se indignaron, y decían: «¿Para qué este desperdicio? 9 Porque este perfume podía haberse vendido a gran precio, y el dinero habérselo dado a los pobres».
10 Pero Jesús, dándose cuenta, les dijo: «¿Por qué molestan a la mujer? Pues buena es la obra que me ha hecho. 11 Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a Mí no siempre me tendrán. 12 Pues al derramar ella este perfume sobre Mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 En verdad les digo, que dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero, se hablará también de lo que esta ha hecho, en memoria de ella».
14 Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: «¿Qué están dispuestos a darme para que yo les entregue a Jesús?». Y ellos le pesaron treinta monedas de plata (30 siclos: 432 gramos). 16 Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregar a Jesús.
DEVOCIONAL:
El gesto de María fue costoso. Mateo no deja lugar a dudas al describir el frasco como un “alabastro de perfume muy costoso” (v.7). Juan nos dice que el perfume no solo era caro, sino que valía un año de salario (Juan 12:5). ¿Fueron sus acciones derrochadoras? Para muchos de nosotros, probablemente pensaríamos que sí. Como los discípulos, muchos de nosotros no consideraríamos ese acto como algo prudente y lógico.
El pastor Charles Spurgeon una vez desafió a su congregación con una pregunta al predicar sobre este pasaje bíblico: “¿Es posible desperdiciar algo cuando se le entrega a Jesús? ¡Más bien parecería que todo se desperdiciaría si NO se lo entregamos a Él!”
El gesto de María no fue derrochador; fue una devoción extravagante y costosa, y tuvo un profundo significado.
El perfume derramado sobre la cabeza de Cristo fue simbólico. A lo largo de la Escritura, el aceite de unción “simbolizaba el agua de vida y el espíritu de Dios combinados” y se “usaba para marcar a una persona o un lugar como un puente entre el Cielo y la Tierra.
Después de que Jacob despertara de un sueño en el desierto, donde vio una escalera que subía al cielo desde la tierra, exclamó: “¡Qué asombroso es este lugar! ¡Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo.” Luego tomó la piedra donde había reposado su cabeza y derramó aceite sobre ella (Génesis 28:10-19). El Cielo se encontró con Jacob en la Tierra.
Después de completar el Tabernáculo, el pueblo de Dios ungió la tienda con aceite, reconociendo el Tabernáculo como el puente entre el pueblo de Dios (en la Tierra) y Dios (en el Cielo).
Sacerdotes y reyes que intermediaban la relación entre los israelitas (en la Tierra) y Dios (en el Cielo) eran ungidos con aceite para marcarlos como líderes divinamente ordenados ante Dios.
Ahora, María unge a Jesús con un perfume que vale un año de salario. Al hacerlo, lo reconoce como aquel que encarna la unión del Cielo y la Tierra, lo adora porque es santo y separado, y lo honra como el mediador que pronto cerraría completamente y para siempre la brecha que había existido entre ella y un Dios justo y santo.
La decisión de María fue costosa, pero ciertamente no fue derrochadora porque ella sabía quién estaba sentado a la mesa. Este hombre era el Cristo—un título derivado de la palabra griega χριστός (chrīstós) que significa “ungido”—y el Mesías—una designación tomada de la palabra hebrea מָשִׁיחַ, que significa “ungido”. María simplemente estaba ungiendo al Ungido.
La acción de María, provocó críticas de Judas Iscariote por el despilfarro. Sin embargo, Jesús defendió su acto de devoción, señalando que ella estaba preparándolo para su enterramiento y destacando el valor de su sacrificio de amor por Él.
Este pasaje nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia devoción y disposición a sacrificar cosas por amor a Cristo. En un mundo que valora lo material por encima de lo espiritual, este ejemplo nos invita a reconsiderar nuestras prioridades y a vivir de manera que honre a Dios incluso cuando otros puedan criticar nuestras decisiones.
Cada acto de amor hacia Él, no importa cuán pequeño o grande, tiene un impacto significativo en Su obra y en nuestra relación con Él.
Considera el valor de la decisión de María de ungir a Jesús con un perfume cuyo costo ascendía a un año de salario. ¿Cómo nos desafía la devoción de ella a re-evaluar nuestro compromiso y prioridades en seguir a Jesús de todo corazón?