Día 6 | Semana Santa 2025
JESÚS, CORDERO DE DIOS
Mateo 27:1-61
Jesús ante Pilato
1 Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo para dar muerte a Jesús. 2 Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.
Muerte de Judas
3 Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata (30 siclos: 432 gramos de plata) a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4 «He pecado entregando sangre inocente», dijo Judas. «A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!», dijeron ellos.
5 Y arrojando las monedas de plata en el santuario, Judas se marchó; y fue y se ahorcó. 6 Los principales sacerdotes tomaron las monedas de plata, y dijeron: «No es lícito ponerlas en el tesoro del templo, puesto que es precio de sangre». 7 Y después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para sepultura de los extranjeros. 8 Por eso ese campo se ha llamado Campo de Sangre hasta hoy. 9 Entonces se cumplió lo anunciado por medio del profeta Jeremías, cuando dijo: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de aquel cuyo precio había sido fijado por los israelitas; 10 y las dieron por el campo del alfarero, como el Señor me había ordenado».
Pilato interroga a Jesús
11 Jesús fue llevado delante del gobernador, y este lo interrogó: «¿Eres Tú el Rey de los judíos?». «Tú lo dices», le contestó Jesús. 12 Al ser acusado por los principales sacerdotes y los ancianos, nada respondió. 13 Entonces Pilato le dijo*: «¿No oyes cuántas cosas testifican contra Ti?». 14 Jesús no le respondió ni a una sola pregunta, por lo que el gobernador estaba muy asombrado.
Jesús sentenciado a muerte
15 Ahora bien, en cada fiesta, el gobernador acostumbraba soltar un preso al pueblo, el que ellos quisieran. 16 Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Por lo cual, cuando ellos se reunieron, Pilato les dijo: «¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?». 18 Porque él sabía que lo habían entregado por envidia. 19Y estando Pilato sentado en el tribunal, su mujer le mandó aviso, diciendo: «No tengas nada que ver con ese Justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de Él».
20Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. 21El gobernador les preguntó de nuevo: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?». Ellos respondieron: «A Barrabás». 22Pilato les dijo*: «¿Qué haré entonces con Jesús, llamado el Cristo?». «¡Sea crucificado!», dijeron* todos. 23Pilato preguntó: «¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaban aún más: «¡Sea crucificado!».
24Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: «Soy inocente de la sangre de este Justo. ¡Allá ustedes!». 25Todo el pueblo contestó: «¡Caiga Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!». 26Entonces les soltó a Barrabás, y después de hacer azotar a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado.
Los soldados se burlan de Jesús
27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al Pretorio, y reunieron alrededor de Él a toda la tropa romana. 28 Después de quitarle la ropa, le pusieron encima un manto escarlata. 29 Y tejiendo una corona de espinas, la pusieron sobre Su cabeza, y una caña en Su mano derecha; y arrodillándose delante de Él, le hacían burla, diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!». 30 Le escupían, y tomaban la caña y lo golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron Sus ropas y lo llevaron para ser crucificado. 32 Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual obligaron a que llevara Su cruz.
Crucifixión de Jesús
33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera, 34 Le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber.
35 Y habiendo crucificado a Jesús, se repartieron Sus vestidos echando suertes; 36 y sentados, lo custodiaban allí. 37 Pusieron sobre Su cabeza la acusación contra Él, que decía: «ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS».
38 Entonces fueron crucificados* con Él dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza 40 y diciendo: «Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a Ti mismo. Si Tú eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz».
41 De igual manera, también los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, burlándose de Él, decían: 42 «A otros salvó; a Él mismo no puede salvarse. Rey de Israel es; que baje ahora de la cruz, y creeremos en Él. 43 En Dios confía; que lo libre ahora si Él lo quiere; porque ha dicho: “Yo soy el Hijo de Dios” ». 44 En la misma forma lo injuriaban también los ladrones que habían sido crucificados con Él.
Muerte de Jesús
45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lema sabactani?». Esto es: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?».
47 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: «Este llama a Elías». 48 Al instante, uno de ellos corrió, y tomando una esponja, la empapó en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los otros dijeron: «Deja, veamos si Elías lo viene a salvar».
50 Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu.
51 En ese momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron; 52 y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos.
54 El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: «En verdad este era Hijo de Dios».
55 Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos. 56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Sepultura de Jesús
57Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús. 58Este se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo entregaran. 59Tomando José el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio de lino, 60y lo puso en su propio sepulcro nuevo que él había excavado en la roca. Después de rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, se fue. 61María Magdalena estaba allí, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
DEVOCIONAL:
Tetelestai – ¡Todo está cumplido! (Juan 19:30 NTV)
Hoy marca el día más oscuro en la historia humana. Unos días atrás, leímos de una multitud exclamando “¡Hosanna en las alturas!” Ahora, esas mismas personas han condenado a esa misma persona a la cruz.
¿Cómo podemos llamar ‘santo’ a un día como hoy (Viernes Santo)? ¿Qué hay de ‘santo’ en una muerte así? Ponte en los zapatos de los discípulos que lo abandonaron. Mira cómo otros se burlan de tu Señor y Salvador, mira cómo lo golpean y lo clavan en una cruz mientras los soldados dividen con frialdad sus vestiduras.
Considera esta escena desde la perspectiva de Jesús: “Eli, Eli, ¿lama sabactani?” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). El mundo está en tu contra. Has sido separado de la comunión con tu Padre, Dios mismo. Estás solo, golpeado, burlado y crucificado sin haber hecho nada malo. ¿Cómo puede ser esto algo ‘santo’?
Al leer y reflexionar en este día tan lleno de dolor, debemos preguntarnos: ¿Quién digo yo que es Jesús?
No quien es él para tus padres, no quien es él para tu familia de iglesia, no quien es él para tu pastor. ¿Quién es Jesús para ti?
En este día tan oscuro, ¿crees tú que Jesús es quien él dice ser? Cuando la esperanza parece perdida, cuando todo parece estar fuera de control, cuando te sientes solo, abandonado o lejos de Dios, ¿en quién pones tu confianza? ¿Tu esperanza?
Un día destinado a la desesperación, Dios lo transformó en liberación.
Nunca antes se había perdido y ganado tanto al mismo tiempo como en la crucifixión de Jesús. Esa cruz fue la razón por la que el Hijo de Dios vino, se dio en sacrificio, ocupó nuestro lugar y pagó una deuda que nos correspondía a nosotros pagar. Fue la presencia de Jesús en la cruz, no su capacidad para bajar de ella, lo que demostraría su divinidad.
Vemos en nuestro texto de hoy que el relato de Mateo de la crucifixión de Jesús describe vívidamente el cumplimiento de la profecía y la profundidad del amor de Cristo. Al igual que los corderos sacrificiales de antaño, Jesús es llevado al matadero, llevando el peso de nuestras transgresiones sobre sus hombros. Él se somete voluntariamente a la agonía de la cruz, sus manos y pies perforados por nuestra redención, el verdadero Cordero de Dios.
El Viernes Santo nos invita a reflexionar sobre el amor sacrificial de nuestro Salvador, el Cordero de Dios. A través de su muerte en la cruz, Jesús se convierte en la expiación definitiva por nuestros pecados, reconciliándonos con Dios y ofreciendo el regalo de la vida eterna. Que este día sea un recordatorio solemne de la magnitud del sacrificio de Cristo y la profundidad incalculable de su amor por nosotros. ¡Qué gozo podemos tener hoy en Jesús – Tetelestai, ¡consumado es!
¿Quién es Jesús para ti? ¿De qué te ha librado Jesús? ¿Cómo puedes demostrarlo con tu vida?